La Noche del Regreso
Un día una chica
llamada Lucrecia Alvarez amaba con
todas sus fuerzas a su novio, pero tenían muchos conflictos, el problema radicaba en que la chica era muy
celosa, le revisaba el celular, lo llamaba a todas horas, si lo encontraba
hablando con alguna compañera de la facultad lo hostigaba y le preguntaba quién
era, qué quería, por qué y para qué deseaba hablar con él. Un día el
joven se cansó y dijo que la abandonaría. De inmediato comenzó a preparar las
maletas, Lucrecia se paró frente a él.
-¿A dónde vas?- le preguntó con voz
temblorosa.
-Ya te dije que me voy. Me cansaste, Lucrecia.
No volveré nunca más.
-Juro que voy a
cambiar- suplicó ella-. Juro que no voy a seguirte ni revisare tu celular. Por
favor no te vayas.....
-Ya prometiste eso
varias veces. Ahora ya no hay vuelta atrás. Adiós.
Salió presuroso
del departamento, dejando a la chica derrumbada sobre la cama, llorando. Al
rato llamó a una amiga, y entre lagrimeo y
llantos Lucrecia le contó lo que acababa de suceder.
-Conozco una bruja que puede hacer que Jorge vuelva a tus brazos- dijo la amiga después de un momento-. Yo misma lo hice con
mi primer novio y funcionó.
-Yo no creo en esas cosas. Yo sólo quiero
morir.
-Vamos a verla, y después me cuentas dijo la amiga.
Así que a la tarde fueron a visitar a la
bruja, que atendía en una casa de un solo piso en las afueras de la ciudad. La
mujer, que olía muy mal y tenía un pañuelo anudado en la cabeza, al estilo de
los gitanos aunque no era gitana, luego de escuchar el angustiado relato
de Lucrecia se dio la vuelta y revisó
entre las chucherías del cajón de su escritorio.
-Esto hará que tu
novio vuelva antes de la medianoche, querida- le prometió, extendiéndose un
frasco con un líquido blancuzco dentro.
-Sólo debes esparcir el contenido de este frasco sobre una fotografía de él, y tu novio te amará por siempre, hasta el fin de tus días.
-Sólo debes esparcir el contenido de este frasco sobre una fotografía de él, y tu novio te amará por siempre, hasta el fin de tus días.
Como no tenía ya nada que perder lo acepto, una vez en el
departamento Lucrecia hizo lo que la bruja le había indicado, y luego se sentó
sobre el sofá a esperar. A eso de las diez de la noche, llamaron por teléfono.
-¿Jorge?- dijo
ella con alegría.
¿Lucrecia?- dijo una voz desconocida, que la
sorprendió por completo. Habla Roberto, un amigo de tu novio.
-Hubo… hubo un accidente. Al mediodía, un choque en la carretera. Él no sobrevivió dijo con nostalgia.
-Hubo… hubo un accidente. Al mediodía, un choque en la carretera. Él no sobrevivió dijo con nostalgia.
-¿¡Qué!?- dijo la
chica, con súbitas y ardientes lágrimas en los ojos-. ¿De qué estás hablando?
-Pero eso no es todo- dijo Roberto, cuya voz
se escuchaba muy angustiada-. Su cadáver desapareció. Estaba en la morgue, y
alguien se lo llevó hace un rato. No saben cómo ocurrió, pero el asunto es que…
La chica soltó el teléfono y se desmayó.
Se despertó tiempo
después, con el llamado del portero eléctrico. Se incorporó y miró la hora del
celular. Eran las once y media de la noche. Encendió la luz de la cocina y
recordó la terrible conversación que había tenido con Roberto, el amigo de su
novio, Jorge estaba muerto y su cadáver desaparecido de la morgue. ¿Acaso estaría viviendo una interminable pesadilla? pensó
El timbre no paraba de sonar, y Lucrecia, con
la cabeza aún mareada, se acercó al
teléfono del portero y miró la pantalla. Había algo allí abajo, en el
porche. Estaba cubierto de polvo y tenía las ropas destrozadas: miraba hacia la
cámara con una fijeza espantosa. Era su novio. Sólo que estaba despedazado por
el accidente y su cara se había deformado y parecía una especie de embudo. No
dejaba de mirarla a través de la cámara, con ojos implorantes, y entonces fue
que Lucrecia recordó las palabras de la bruja: “Te amará por siempre, hasta el
final de tus días…”
¿FIN?
AUTOR: DIEGO VÁSCONEZ
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